En el ‘Afro-Hispanic Review’ Almudena
González-Vigil llama al pintor guineano Luis Royo del Pozo - ‘Papá Luis’ - “un
artista que ‘respira arte’”.[1] Sobre el artista nos
cuenta que pinta desde niño: “[...]por placer y sin escuelas. No pinta para
vender, ni para exponer; simplemente forma parte de lo que define y de lo que
organiza su mundo y así lo ejerce.” No sólo glorifica el amor del bosque
trópical del pintor “con sus grandes árboles, entre los que se pueden ver
espíritus africanos emergiendo, ritos y prácticas ancestrales, animales ocultos
y músicas profundas”, sino también el aislamiento del artista “al que han
pasado años sin salir de Guinea”. Y nosotros, el público, no entendieramos al
artista: “Los que no lo conocen no lo entienden, incluso se equivocan en sus
impresiones.”
Surge la pregunta quién se equivoca aquí. En
su artículo Almudena González-Vigil pone imágenes de los cuadros del artista
que tienen poco que ver con los bosques tropicales que ella describe en el
texto. Veo paisajes y un cuerpo feminino, pintados en estilos bastante
conocidos. Me hacen pensar en los cuadros que vi de ciertos artistas
en países latino-americanos, que también pintan en un potpurri de estilos
impresionistas, expresionistas, cubistas, y otros estilos occidentales. Parece
que Luis Royo del Pozo, a pesar de su ‘aislamiento’, conoce bien los cuadros de
Occidente. En sus bosques impresionistas y expresionistas no veo a ningún
‘espíritu africano’, ni ‘ritos y prácticas ancestrales’ o ‘animales ocultos’. Esos
sean más los productos de las fantasías de la autora del artículo, con lo que
hace todo más exótico para un público occidental. Incluso va un paso más lejos
con decir que al pintor sólo le entendieran los que lo conocen, y “los que lo
conocemos sabemos que es un artista puro, apasionado y cálido en medio de todo
y de nada, de la vida y de la muerte, qué más da... lo que importa es la
esencia, el ser sin contaminar, sin mentiras, sin complejos internos.” Da la
impresión como si sólo ella y sus amigos pudieran patentar al conocimiento del
artista y sus características con las que también entramos en los clichés del
Romanticismo; el artista puro, aislado del resto del mundo y por eso no
corrumpido. O sea, el artista no afectado por la ‘civilización’, el noble
salvaje de Rousseau que va bien junto con lo exótico de la selva tropical.
En el mismo número del Afro-Hispanic Review
salió un muy buen artículo de Alba Valenciano Mañé y Francesca Bayre sobre unas
películas coloniales de los años cuarenta.[2] En este artículo mencionan
“la construcción del imaginario colonial a través de la identificación de los
estereotipos que perduran en el tiempo.” También analizan las imágenes de las
películas según estos estereotipos. Unos de los temas de las películas resultan
ser la riqueza forestal, la representación etnológica, la fauna y los fenómenos
naturales, con “la lucha contra la naturaleza y la relación dicotómica entre
salvaje y civilizado”. Son los temas de las imágenes acompañadas por “una
omnipresente voz en off”.
El comentario de
Almudena González-Vigil a los cuadros de Luis Royo del Pozo tiene algo de una
omnipresente voz en off. En su comentario no da
una crítica, ni explica mucho de los motivos del pintor. Describe al pintor
como alguien “enamorado del bosque tropical que le ha cautivado y persuadido
[...]. Se puede ver la fuerza de la naturaleza y el miedo a ofenderla.” Son los
tópicos exóticos que son los mismos tópicos de siempre; los estereotipos que
perduran en el tiempo. Y, sólo habla la voz en off. Faltan los datos del artista. En el artículo ni siquiera mencionan
títulos, ni fechas de sus cuadros.
Anita Brus
[1]
Almudena González-Vigil, Los mundos de
Papá Luis. Afro-Hispanic Review, Vo. 28, number 2, 2009, Vanderbilt
University
[2] Alba
Valenciano Mañé y Francesca Bayre, Cuerpos
naturales, mentes coloniales: Las imágenes de Hermic Films en la Guinea
española. Afro-Hispanic Review, Vo. 28, number 2, 2009, Vanderbilt
University
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